LA MAGIA DE UNIBUTO
Estos son los padres de Júlio. Ana y Tiago.
Como todos los papás, cuidarlo es lo que más les gusta. Pero había que llenar un pequeño agujero.
Pasaron los días y no sabían qué hacer con ese espacio. Fue entonces cuando decidieron pintarlo con sus colores favoritos.
Hicieron rayas y lunares. Flores y nubes viajeras.
Era hermoso, pero todavía estaba tan vacío...
Fue entonces cuando mamá recordó:
-¿Y si los sueños de todo niño pudieran caber aquí?
¡Júlio movió la cola y se dieron cuenta de que habían encontrado una idea brillante!
¡Se pusieron manos a la obra y trajeron los mejores regalos del mundo! Eligieron zapatillas rápidas y abrigos calentitos para que los niños pudieran correr sin parar, incluso en los días de lluvia. Dragones y unicornios para dar rienda suelta a tu imaginación. Mantas y ropa suave para que todos los niños puedan descansar cuando llegue el cansancio. ¡Incluso una cámara para que no te pierdas ni un solo momento!
¡Tenían de todo ahí, en ese rinconcito!
El pequeño agujero que antes estaba vacío y oscuro ahora era hermoso y los padres de Júlio se dieron cuenta de que habían creado algo mágico.
Tan mágico que no tardaron en venir a verlo niños de todo el mundo. Se juntaban y jugaban durante horas, haciendo amigos para toda la vida. ¡Sus mamás y papás estaban tan felices de verlos jugar así!
Ahora sólo quedaba ponerle un nombre para hacerlo aún más especial.
Todos se sentaron pensando...
- ¡ Unibuto! - exclamó el papá de Júlio - un espacio como ningún otro que une a los niños que pasan por allí con su magia.
Todos sonrieron y estuvieron de acuerdo. Nació Unibuto, el punto de encuentro perfecto.
Y así se dieron cuenta de que el trabajo familiar había transformado por completo ese pequeño lugar y que las cosas más bellas de la vida nacen cuando no tenemos miedo al cambio.